Mediacíon de Empresas
Consulting & Mediation
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Solución ganadora para todos
Este pequeño ejemplo muestra de forma impresionante que dividir la naranja por la mitad no habría sido beneficioso para ambos hermanos, sino todo lo contrario. Ninguno de ellos habría podido satisfacer plenamente sus intereses. Sin embargo, si se cuestionan los motivos que hay detrás de la posición, se puede encontrar una solución (de cooperación) mejor para ambos intereses que en el caso de los resultados relacionados con la posición.
En los compromisos, las partes suelen ser ganadoras y perdedoras a partes iguales. Para poder hacer concesiones a la otra parte, uno tiene que renunciar a parte de sus pretensiones. Si una de las partes hace valer su posición, se convierte en la única ganadora, mientras que la parte negociadora pierde. El resultado es, pues, una solución en la que todos ganan. En el proceso de mediación, las partes aprenden a desprenderse de sus posiciones y a comprometerse con los intereses de la otra parte y a entender por qué se defiende una posición. La mediación mejora así la comunicación entre las partes en litigio y conduce a una negociación estructurada.
Pacificación y conservación de las relaciones
Encontrar soluciones independientemente de las partes
El concepto de negociación de Harvard
El concepto de Harvard se caracteriza por los siguientes principios:
- Separación de personas y asuntos.
- Separación de cargos e intereses.
- Generar opciones para la toma de decisiones.
- Basar los resultados en criterios objetivos de decisión.
En el concepto de Harvard, se cultiva un estilo de negociación cooperativo (en contraposición al competitivo). Esta estrategia de resolución de problemas consiste en buscar enfoques creativos para las soluciones, obteniendo las necesidades e intereses de las partes. Como su nombre indica, la estrategia de resolución de problemas fue desarrollada en la Facultad de Derecho de Harvard por Roger Fisher y su equipo, y se conoce como «llegar al sí». El concepto se basa en la convicción de que las negociaciones más prometedoras son el resultado de una comunicación abierta y cooperativa, en la que las partes hablan de sus intereses y necesidades. No se trata de defender las posiciones, sino de hacer visibles los intereses que las sustentan a la parte negociadora y vincularlos provechosamente con los de la otra parte (Girsberger & Peter, 2019, pp. 88 – 89, párrafos 330 – 335).
Además de los cuatro principios mencionados, existe otro principio de negociación importante: el BATNA*. Con su ayuda se fijará el límite de la negociación y se determinará la alternativa más atractiva en caso de fracaso de la misma. Al hacerlo, se compara la propia BATNA con la oferta del oponente, y solo si esta última es mejor que la alternativa más atractiva de uno, vale la pena llegar a un acuerdo (Girsberger & Peter, 2019, p. 83 párr. 307).
Sin embargo, la aplicación del concepto de Harvard no es tan sencilla como parece. Dado que la mayor parte de nuestro comportamiento está controlado por el subconsciente (= sistema 1, sistema rápido), las emociones y nuestras propias limitaciones se interponen. Al reducir las cuestiones de la vida a preguntas binarias, a menudo aplicamos el sistema límbico 1 para tomar decisiones rápidas. Sin embargo, las estrategias de negociación, como las del concepto de negociación de Harvard, requieren la potencia de pensamiento no binaria del cerebro y, por tanto, los recursos del sistema 2 (= pensamiento cognitivo, sistema lento). Sólo mediante la abstracción y el poder cerebral del sistema «más lento» el ser humano puede contrarrestar y neutralizar eficazmente el reflejo espontáneo del sistema 1. Y esto se aplica a todos los principios del concepto de negociación. Sin embargo, a través del entrenamiento, ciertos comportamientos aprendidos por el sistema 2 pueden ser transferidos al sistema 1 y entonces también están disponibles rápidamente para la memoria de trabajo espontánea. Conocemos este fenómeno al conducir un coche, por ejemplo: Si al principio todos los pasos individuales tenían que ser proporcionados, procesados e implementados cognitivamente con el sistema 2 -lo que se convirtió en un tedioso trabajo mental- en algún momento las acciones requeridas se transfirieron a los automatismos, es decir, al sistema 1 y, por tanto, al subconsciente (Girsberger & Peter, 2019, pp. 94 – 95 párr. 358 – 365). Los atletas de competición -especialmente en disciplinas técnicas complejas- utilizan el entrenamiento de movimientos repetitivos para su deporte con el fin de entrenar en el Sistema 1. Durante una competición, el deportista no puede interactuar con el sistema 2 debido a la presión del rendimiento, las secuencias de movimiento ultrarrápidas, los reflejos situacionales y la mayor liberación de adrenalina; esto llevaría demasiado tiempo. En las secuencias de movimiento complejas, debe poder confiar en su intuición y en los automatismos aprendidos para poder recurrir a toda su capacidad física y mental de forma agrupada.
Conclusión: La mediación empresarial requiere un alto nivel de capacidad cognitiva y emocional por parte del especialista en mediación para reconocer los conflictos con el Sistema 2, analizarlos y reaccionar adecuadamente ante ellos en función del curso de la conversación. Las empresas aciertan sin duda cuando recurren a personal especializado (por ejemplo, mediadores formados) para mantener delicadas conversaciones de mediación con sus empleados. Siguiendo el concepto de Harvard, son capaces de aplicar los principios y hacer una valiosa contribución cuando se trata de la resolución de conflictos.
* Mejor alternativa a un acuerdo negociado = la mejor alternativa a un acuerdo negociado.
Mediación empresarial en la sucesión de empresas
Aquí es donde la psicología empresarial y la mediación empresarial resultan útiles para hacer visibles los conflictos familiares internos y mirar detrás de las posiciones de las partes. Sólo así, siguiendo el concepto de Harvard (véase la ficha anterior), se pueden desprender los intereses de las personas y echar un vistazo a sus intereses. A veces no se trata tanto del acuerdo de sucesión en sí como de otros conflictos que se desarrollaron durante la infancia entre los hermanos o con los padres, pero que ahora están surgiendo e impiden un acuerdo de sucesión adecuado.
Antes de abordar con éxito un acuerdo de sucesión en las empresas familiares, hay que resolver primero los conflictos internos.






